Una vez obtuvo el título de arquitecto en 1878, Gaudí comenzó a trabajar en obras menores y pronto se convirtió en uno de los arquitectos más solicitados y comenzó a realizar obras de mayor envergadura. Aparte de la Sagrada Familia, el proyecto más importante de su vida, Antoni Gaudí ha dejado en Barcelona otras obras singulares, como el Park Güell, la Casa Vicens, la Casa Batlló, la Casa Milà, la Casa Calvet, la Torre Bellesguard o el Colegio de las Teresianas, además de los pabellones de la finca Güell. Por otro lado, Gaudí también es el arquitecto de otras obras en Cataluña, como la nave de la Cooperativa Obrera Mataronense (Mataró) o la cripta de la Colonia Güell (Santa Coloma de Cervelló) y España, como El Capricho (Comillas, Cantabria) o el palacio episcopal de Astorga y la Casa Botines (Castilla y León).
Su originalidad y creatividad, junto con su capacidad innovadora, han convertido a Gaudí en una figura universal de la arquitectura. En efecto, su obra es reconocida por todo el mundo, y su legado, a pesar del paso de los años, continúa más vivo que nunca.
A Gaudí se le encargó la obra de la Sagrada Familia cuando tenía solamente 31 años, y los últimos 12 años de su vida vivió completamente entregado a su gran vocación: servir a Dios a través de la arquitectura.
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